viernes, 24 de diciembre de 2010

Ponerle cariño

Escribo sólo para desmentir lo que acabo de descubrir como verdad absoluta. El amor no embellece todas las cosas, algunas sí, pero es por azar. Igual que pasa con las recetas hechas con amor que no obligan a la exquisitez, con esto pasa igual.

Pues bien, me encuentro envolviendo unos regalos, de forma difícil alguno, por cierto. Y es verdad que le estoy poniendo mucho cariño a esta acción, y también que dispongo del material adecuado. Sólo os digo que tengo una cinta verde larguísima, con dibujos de abetos dorados. Inmejorable, lo sé. Sin embargo, a cada paso en que avanza mi creatividad, soy yo la que se arrepiente del anterior, y no se cómo detener este proceso irreversible, en el que mi creatividad se volvió loca, volviéndo al resultado no sé si loco, pero peor desde luego sí, y cada vez, más irrecuperable. Quizás fue demasiado el cariño que le puse y la alegría me desbordó, igual que se desbordaron los metros de cinta que cuelgan a todo el contorno de uno de ellos, el que resulta más preocupante. Si pudiérais verlo comprenderíais esta gran verdad, aunque yo ahora prefiero no hacerlo...La verdad de que con ponerle cariño no hay suficiente para embellecer, pero también aprendí otra: ser original está bien, pero serlo demasiado a veces puede resultar molesto.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Puerta abierta

Anoche me dejé la puerta de casa abierta. Cuando me desperté no me sorprendió ver a tres gatos callejeros en la cocina, ni un señor muy amable que estaba lavándome los platos. Tampoco las dos chicas jóvenes que charlaban y tomaban café acomodadas en el sofá, ni el bebé de una de ellas, que no lloraba y que gateaba felizmente desplazándose por la alfombra hacia los gatos. Como tampoco me extrañó verte a ti, que te habías colado como los demás y te habías metido en mi cama.


Después me desperté. El señor había terminado para entonces de fregar y estaba limpiando el horno, era muy hacendoso. Las chicas habían dejado de hablar, sólo fumaban y escuchaban música, y el bebé estaba llorando en un tono correcto parece ser a causa del arañazo que le había propinado uno de los gatos. Les di los buenos días a todos ellos y les pregunté por ti, pero no sabían de quien les estaba hablando.

El señor todavía está en casa, espero que se quede para siempre. Ahora lo oigo en el cuarto de baño utilizando el aspirador. Las chicas se fueron no hace mucho, con el bebé y los gatos. Y tú, que por lo visto todavía estás, parece ser que nunca llegaste a entrar. Supongo que es por eso por lo que te echo de menos.

jueves, 16 de diciembre de 2010

la verdad

Yo no quería escribir hoy pero me veo obligada por las circunstancias. Y es que escuché una gran frase y todavía estoy pensando en ella. Y no sé mucho qué decir al respecto porque parece estar todo dicho, además que me dejó sin palabras. Y la robo con la única intención de compartirla y difundirla, y para que a nadie se le olvide. Porque inventamos las mentiras, pero, aunque queramos huir a veces de la forma más lógica o más absurda, la verdad, siempre avanza. Aunque no sepamos exactamente hacia dónde.

martes, 14 de diciembre de 2010

un señor

Estaba esperándome al final de la plaza, con su aspecto de señor y su cierta elegancia. Me envió una sonrisa pocos metros antes del saludo, que recibí esta vez no en mi bandeja de entrada, y que no recordaba, u olvidé cómo era si es que fue. Después por irnos nos fuimos a comer, y hablamos y hablamos, y me puso al día de su felicidad casi completa con sus partes de tristeza. Yo hablé menos de la mía, quizás por ninguna razón consciente, no lo sé, pero no lo hice en la misma medida. Y sí, se dió. Esa compañía cómoda que se da algunas veces, que satisface incluso en el silencio. Interesante sensación de estar ahí percibiendo sin mirarle una presencia agradable, en calma.
Y no se lo agradezco porque no cabe agradecer lo que fue sin querer porque queriendo no se puede. Pero me alegro, por los ratitos que la vida se da el lujo de ofrecer sin habérselos pedido.

comunicación

Me hablo sola y me contesto y casi siempre estoy de acuerdo, y si no, no me enojo, tan sólo cambio de opinión para seguir con esta buena comunicación a la que quise acostumbrarme. Nadie opina, sólo yo oigo mis quejas, que callo para no cansarme. Mis logros, los repito y repito, hasta vencerme y convencerme. Me esfuerzo en afirmar lo positivo, lo que da fuerzas para seguir, para no detenerme, para llegar hasta donde yo, y sólo yo, quiero y escogí.

martes, 7 de diciembre de 2010

qué bello es vivir

Después de varios días encerrada a voluntad como monja de clausura en mi dulce hogar entregada a unas obligaciones que yo misma me impuse, la vida sin paredes resulta de lo más maravillosa, aunque sólo dure veinticinco minutos y se desarrolle en el camino que separa mi casa del supermercado.

Respiro cada instante y me desplazo observando el barrio como nunca lo hice. Saludo a los transeúntes que no conozco, y gozo, sorteando, al cruzar la plaza, las pelotas de las decenas de niños que juegan en su alegría mientras gritan sin parar de una forma otro día molesta. Sonrío a la señora que intenta aventajarse de forma deshonesta en la cola interminable del super, y hasta le ayudo a guardar la compra. La dependienta, que tan sólo me da las gracias, resulta adorable, además de bella. La vida resulta estimulante a cada paso, y alguna paloma muerta con la que me cruzo que casi me hace tropezar cargada de bolsas, me recuerda que existe la vida. Y aunque en la radio dijeron que por ahí nevaba, aquí parece que es primavera. 

Qué bello es vivir. Toda una experiencia.


---
Imagen: Fernando Botero.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Huevos

La bolsa de plástico era demasiado pequeña y no se me ocurrió nada mejor que meter los huevos en el bolso para darle así más soltura al resto de la compra. Era un alojamiento momentáneo que pretendía evitar algun posible riesgo incómodo en el corto trayecto a casa. Pero, claro, no me acordé que los había guardado en aquel lugar hasta muchas horas después, y al no darme cuenta de las consecuencias provocadas por el trajín del caminar, tampoco pude reparar en lo que aquello provocó.

El producto interior de aquellos bienes, se había independizado de su cáscara para proceder a inundar con interés inusitado todos y cada uno de los rincones de mi bolso. Y secarse. Claro, sabemos y sabíamos que ese tipo de líquido se endurece al cabo de poco rato, así pues, lo que algun día, -por ejemplo, ayer-, fue un bolso lleno de elementos y enseres muy queridos, -la mayoría de insospechada y desconocida utilidad y procedencia también para mi-, se había convertido en un sólo objeto, indivisible a esas alturas, que no por eso menos bello. Bello, sí, pero habiendo perdido buena parte de su eficacia, permanece a estas horas en el dormitorio como recuerdo endurecido de un pensamiento que tuve, seguramente en un momento de debilidad.

Y yo, mientras lo observo, permanezco ante la duda de si debo seguir pensando  débilmente, si debo intentar mantener mis planes en el tiempo, o si debo limitarme a dejar de pensar para hacerme fuerte y no cometer nuevos y mayores excesos. Y aunque seguramente se trate de todo lo contrario, ahora tan sólo me mantengo considerando las opciones que se plantean como ingredientes para la cena, obviando la palpable ausencia de aquellos desaparecidos, transfigurados, y, algún día, pretendidos bienes.


---
Imagen: Walter Arland.

martes, 30 de noviembre de 2010

Sueños en azul

Todos los días se acostaba con una palabra en la mente, pensaba en ella durante unos minutos intensamente con la intención de soñar algo que tuviera relación. Era un juego que había empezado por casualidad hacía años y del que alguna vez había obtenido resultados. Le divertía juguetear con el inconsciente, en una especie de reto hacia si misma.

Esa noche pensó en el color azul. Pensó en agua, aunque el agua no es azul, y en el mar. Pensó en el cielo, y en flores azules de las que no sabía los nombres. También en pitufos, que aunque era prosaico no se le ocurrieron muchas cosas bellas de ese color. 

Pero no soñó nada de color azul. No hubo cielos, ni mar, ni agua. ni flores. Ni siquiera pitufos, por suerte, porque le asustaba un poco la idea.  Sólo soñó que el aire la invadía desde el interior, en una mezcla de libertad y de prisión, difícil y cómoda, que la llevaba de la euforia a la agonía en poco rato. Fue en gris y en rojo pero supuso que era una sensación azul que nunca antes había tenido, que si bien era enormemente bella, al mismo tiempo también era el borde de algun abismo. Y aunque no hubo pitufos, se asustó.

Nunca supe si a pesar del miedo o justo por eso, le había gustado el sueño, aunque nunca habló de aquello con nadie, y olvidó aquel juego para siempre. Y al color azul, por si acaso.


---
Imagen: Picasso.

Curiosidad

Tengo una curiosidad insistente por saber cómo serán sus besos, una curiosidad serena, que me interrumpe a menudo otros pensamientos y que aún en sueños persiste,  como linda inquietud, o alguna vez incluso me desvela.

Tengo una curiosidad insistente por saber cómo olerá su piel, por descubrir qué sabor tiene su sonrisa cuando abre los ojos por las mañanas, por conocer el penúltimo gesto que le envuelve cuando los cierra porque todo termina.

Tengo una curiosidad latente por saber cómo siente la piel su ternura, por conocer su  silencio cuando acaba el día. Una curiosidad insolente es la que tengo, y la que a ratos me agita, por conocer la forma de sus noches, su orden en desorden, la desnudez sin las palabras, curiosa por tocar los colores que sueña cuando nadie le escucha.

Y yo que no sabía que yo era tan curiosa...,tampoco sabía nada del placer de la curiosidad en sí misma.


---
Imagen: Loïc Allemand

martes, 16 de noviembre de 2010

palabras rotas

Sandalio se dio la vuelta para esperar a su hermana Laura, pero al girarse, sin querer, golpeó con la mochila que cargaba en la espalda el enorme diccionario que permanecía en la esquina del escritorio. El objeto se deslizó hasta abandonar la mesa, haciendo después un extraño y largo recorrido en forma de parábola ciertamente ilógica. El libro se estampó finalmente contra el suelo, de una forma aparatosa y circense, y tras la colisión, un montón de palabras saltaron de las páginas y se repartieron por los aires a lo ancho de todo el salón: escalera, escalofriante, escalón,...parecía ser que el impacto más fuerte había sido en la página de la e. Pero también temblor, tiritera, peldaño, grada,... ya que se trataba de un diccionario de sinónimos. Laura y Sandalio se miraron preocupados, y sin decir ni una palabra se apresuraron a recogerlas antes que nadie pudiera darse cuenta del accidente. El libro era del abuelo Tomás y no querían hacerlo enfadar, ya que era un hombre de mucho carácter.

Pero no fue nada fácil, por no decir imposible, reconstruir el entuerto. El problema fue, que al caer, las palabras se habían roto, estaban deshechas, y en ese momento ya eran letras independientes, de color negro, esparcidas por la alfombra, más algunos números de página de color azul, de una sola unidad por la misma razón. Sandalio era el más pequeño de los dos, pero tuvo una idea, que aunque no era especialmente brillante, era una, y fue lo que hicieron para no quedarse parados. A Laura le había entrado un ataque de risa, de los nervios, porque la situación no era para reir, y no parecía reaccionar en ningún sentido. Así pues, siguiendo la idea de Sandalio, recogieron todas las letras, una a una, con muchísimo cuidado para no estropearlas, y las fueron colocando en los espacios en blanco que habían quedado en el libro. Qué pena que a su edad, no reparara Sandalio en el hecho de que no debía poner más de dos consonantes seguidas, y claro, Laura sólo ejecutaba órdenes de su hermano sin analizar, en situaciones de estrés el análisis no era su especialidad.

El abuelo parece ser que nunca se dio cuenta del suceso. Quizás nunca dio con esa página en los días que le quedaron de vida, o tal vez fue esa la razón de sus últimas palabras que nadie entendió: esgrdca lreafritean blormet ñolpe2d. Algunos pensaron que había perdido la cabeza, pero nunca nadie consideró que quizás él creyera estar hablando con absoluta exactitud y riqueza de lenguaje.
 
Y este cuento que no tiene moraleja ni intención, me lo contó una noche, una mochila inquieta y juguetona que todavía se anda riendo.


---
Imagen: Fernando Botero.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Asumo el riesgo

El destino es caprichoso y la vida inoportuna, y yo asumo el riesgo de haberte conocido.
Igual que los niños se ríen cuando les moja la lluvia, a mi me despierta la sonrisa inventarme que me buscas, inventarme que disfrutas sacándome una risa. Y yo que no espero lo que no vas a darme, tan sólo sueño con pensar que alguna vez te equivocaste y soñaste con mis besos, o me engaño imaginando que un error te llevó alguna otra vez a echarme, sin pensarlo y sin quererlo, un poquito de menos.

---
Imagen: Karl Schmidt-Rottluff

jueves, 4 de noviembre de 2010

no imagino

No imagino una vida con días insulsos, sin conversaciones, ni miradas, cómplices o obscenas, sin aprendizajes.

No ima
gino una vida sin personas. Tristes, alegres, pesimistas, entusiastas, locas o responsables.

No imagino una vida sin silencio, sin espacio propio, sin entorno, sin soledades.

Ni una vida sin pasiones, ni esperas, ni lucha, ni metas.

No imagino una vida con días sin dudas, ni tampoco una vida sin fracasos.

No imagino una vida sin llantos, sin sonrisas, sin tu mirada y sin la mía, per
didos en un mundo sin instrucciones.

No imagino nada sin temores, sin el miedo y la atracción por la misma cosa, sin frío y sin calores.

Ni una vida sin imperfecciones evitables,
sin errores, ni tentaciones.

No imagino una vida con caminos trazados,
sin libro en blanco, con previsiones.


No imagino una vida sin la risa, la música, el baile...Sin el aburrimiento consentido, sin el juego, sin la libertad, sin el grito, sin la sangre. 

Sin la locura, sin la prisa, sin la calma, sin el sueño... una vida sin este momento.

No la imagino.



---
Imagen: Tarsila do Amaral.

domingo, 31 de octubre de 2010

flechazo

Ayer recibí una llamada que me alegró mucho. Un amigo me explicaba que había sufrido un flechazo absoluto. Estuve y estoy muy feliz por él, de una forma casi infinita, porque hasta ayer pensaba que había renunciado a la vida, a los sueños y a la ilusión.

La que no se lo ha tomado parece ser con la misma alegría es su mujer. A ella no la conozco pero tengo ganas de llorar si pienso en ella. También casi infinitas, y no porque su marido vaya a dejarla, claro que no, eso pasa todos los días y no es ningun drama, porque es drama pasajero. La pena me viene en imaginar qué puedes esperar de la vida cuando intuyes que tu pareja te engaña y decides mirar para otro lado. Eso, si imagino que lo intuía, porque no tengo la más remota idea. Pero partiendo de esa base probable, es una pena bastante parecida a la que me hace sentir el que engaña por sistema, o más de una vez, ya me vale, buscando pedazos de felicidad como parches de alegría, como remiendos de una vida que también parece mirar para otro lado.

Los hijos, por otro lado, los que imagino que a estas horas aún viven en la ignorancia, también aprenderán algo de la vida con esta historia, aunque seguramente lo harán dentro de unos años, porque ahora no van a entender nada. Y sobre las tres amantes fijas que mantenía hace años, qué decir más que lo comprendieron sin más remedio cuando les dijo sin preámbulos que terminaban su relación y sus encuentros. Lo hicieron con resignación, y no sin cierta pena supongo por perder esos ratitos de intimidad con mi amigo, y, claro, por los inevitables celos de no haber sido la escogida. Aunque no hubiera habido enamoramiento siempre existe ese punto de orgullo que aunque pequeñito nos hace creer en algún momento que somos especiales, únicos e irrepetibles, dicho en el buen sentido. Ellas no eran especiales, y la mujer, hacía tiempo que había dejado de serlo.

El proceso que ahora empieza va a ser largo y doloroso: saber que estás haciendo daño duele más que recibirlo, quizás porque la mala conciencia, justificada o no, genera un gran desgaste, que además es mucho mayor que el que genera el victimismo al que nos solemos acoger cuando somos los dañados.

Sea como sea me sigo alegrando, por saber que sumando y restando, el resultado es positivo, que la vida nos guarda alguna cosa que nos devuelve la sonrisa interior y que aparece cuando menos te lo esperas.

Ayer me hubiera gustado vivir en otra ciudad, en la suya. Porque me hubiera encantado haberle visto los ojos mientras me explicaba todo esto.

Suerte, amigo.






--- 
Imagen: Salvador Dalí.

jueves, 28 de octubre de 2010

si pudiera

Si pudiera pedir un deseo posible sería conocerte, saber lo que piensas, tener tu confianza, y saber que soy distinta, que soy amiga. Aunque primero, me envolvería el corazón en papel transparente, el mismo con el que envuelvo la carne para congelarla, en varias capas, y bien apretado, para asegurarme de que nada va a entrar ni a salir. Yo soy frágil, y fácil. Y tú eres diferente. Poco mérito el mío, el de una persona más entre todos los que se dieron cuenta. Lo sé. Pero también el tuyo, porque no lo haces queriendo.


---
Imagen: Karl Schmidt-Rottluff.

sábado, 23 de octubre de 2010

silencio

Hoy me desperté en silencio. Ni el despertador ni la calle cambiaron nada de una situación improvisada y espontánea. Fue al cabo de muchas horas, cuando me di cuenta que no me había acordado de la música, ni de la radio, y que ese día ninguna canción acompañaba mi mente como siempre ocurre. Fue un silencio en bienestar que me dio una calma, anómala y bienvenida en un espacio de relax sin voces ni melodías, quizás dejando aflorar la voz de los pasos que hacemos en la vida cuando no nos movemos más que para seguir en calma con nuestros propósitos, mirando hacia adelante sin prisa ni ansiedad. Felicidad del satisfecho, de los días que pareces no necesitar nada más que a ti mismo, en ese estado completo de sosiego.


---
Imagen: Edward Hopper.

lunes, 18 de octubre de 2010

Perder el tiempo


Estaba pensando en una definición de "perder el tiempo", pero no se me ocurre ninguna. Parece que no es fácil, sobre todo desde que desterré la tele de mi vida y la mal entendida buena educación. Si estoy con otras personas casi siempre me enriquece, y si me aburro me voy. Por otro lado, estar a solas conmigo misma es una necesidad que no evito, y tampoco me deja mucho lugar al aburrimiento, todo esto si es que aburrirse y perder el tiempo tienen alguna relación.

Pero si sigo pensando, al fin encuentro algo que se parece a una definición, aunque no me convence que se trate de una pérdida. Se trata más bien de la sensación que nace cuando teniendo intenciones de hacer algo, no lo hiciste. Piensas que perdiste el tiempo aunque sólo es un desajuste en tus planes, una especie de arrepentimiento o de mala conciencia hacia los deberes o obligaciones que desantendiste, pero no una pérdida, nunca fue un tiempo perdido. No hay tiempo perdido. Lo que ya no sé si esta definición sui generis que me acabo de sacar de la manga, contempla las horas que gastamos en el trabajo, supongo que varía en función de la pasión, el placer o la satisfacción que nos genere. O que queramos que lo haga.



---
Imagen: Auguste Rodin

Me gusta la gente

Hoy tengo ganas de escribir sólo para decirme a mi misma que estoy contenta, que me gusta la gente. Los honestos, los sinceros, los valientes, sobre todo estos. Los capaces de mostrarse como son. Los que saben lo que quieren y lo persiguen. Los que aman la vida, los que luchan, los que quieren ser mejores. Y de entre todos ellos, los que estando ocupados pueden darte tanto y deciden hacerlo, regalándote su tiempo, sin pensarlo, sin pensar qué puedes darles tú, quizás nada, quizás bien poco. Ese tiempo, que es sólo para ti, ese que te regalan, dice mucho de ellos. Me gusta la gente.



---
Imagen: Paul Klee.

martes, 12 de octubre de 2010

mañana será otro día

'Mañana será otro día' parece significar que hoy no valió la pena y que mañana las cosas van a ir mejor. Que estoy triste o desencantada con el día de hoy y que tengo esperanzas en que mañana va a ser distinto. Sin embargo, es de otra manera. Porque es que mañana, será otro día! Un día más. Uno más para hacer tantas cosas que aún no hice, o para repetir las buenas, para descubrir cada cosa que enriquece mi paisaje personal a cada paso; para seguir esculpiendo esta vida que diseño a mi antojo con cariño y perseverancia hacia una felicidad que sigue estando y que siempre estuvo, y que a pesar de todo y de nada, me acompaña a cada instante para recordarme que soy afortunada.  Acostarme con la ilusión de que mañana cuando despierte de nuevo voy a sentir el sol o la lluvia en mi piel y hasta el frío abrigará mis sentidos. Que voy a respirar como ahora mismo todo lo que encuentro y lo que busco, como si fuera el primer mañana o el último en este hermoso cuento sin final.

martes, 28 de septiembre de 2010

Te desconozco

El otro día conocí a un desconocido. Fue culpa suya aunque yo también puse de mi parte. Después estuve pensando que es difícil volver a un estado anterior. Que no se puede, y que nunca había reparado en ello. Cuando por casualidad o adrede te topas con alguien en la vida, ya no hay vuelta atrás, ya no lo puedes desconocer. No hay manera. No puedes ignorar el hecho, no puedes decidir no haberlo conocido. No puedes eliminar su imagen de tu mente a voluntad, ni borrar algo que te dijo que te fascinó o enfureció. Si te ha dado algun estímulo, aunque sea el del aburrimiento, el de la risa o el de la curiosidad, lo recuerdas más de un día. Y puede incluso que os hagáis amigos, o que con el tiempo nazca algun tipo de relación, de entre los mil tipos y grados que existen, pero una relación que en cualquier caso será siempre distinta a la que uno tiene con un desconocido. Claro.

Y si por cualquier razón el contacto se rompe, o se desvanece, o pasa el tiempo y nunca más sabes de esa persona o ella de ti, dirás le conocí, le hablé, le quise o le odié tal vez, pero no dirás no le conozco. No podrás hacerlo.

Y eso no es bueno ni malo, sólo es.
 
Y del mismo modo me di cuenta que igual que no hay retroceso en conocer tampoco existe la amnesia intencionada. No hay decisión en la memoria. Quizás sí la hay para la del recuerdo, si lo escribes o lo compartes, pero no para la del olvido.
 
Y puede ser bonito que sea así, aunque eso siempre depende.



---
Imagen: Picasso.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Perdón, ¿podría no repetir?

Me ponen algo nerviosa las personas que repiten lo que tú les acabas de decir un segundo despues de que tú lo hayas dicho como si se les hubiera ocurrido a ellos. Y las preguntas son dos: ¿Lo hacen queriendo? y la más importante:  ¿por qué lo hacen? Y no me refiero a ideas brillantes, no, si no a cualquier cosa. Es lo extraño del hecho lo que me saca de quicio, no que me roben una idea, que tampoco tengo tantas y además si fuera así al menos sería una acción lógica. Le dices a alguien: "podríamos ir primero al cine y después ir al bar que fuimos el jueves". Y te contesta: "y vamos al bar del jueves, después del cine". A mi se me queda cara de tonta y al principio pienso: "no me ha oído" o "tal vez lo pensé pero no lo dije en voz alta" y cuando me doy cuenta que sí lo dije, es cuando ya miro fijamente al otro, absorta, como preguntándole internamente "por favor, por qué haces eso? necesito una explicación". Claro, algunas veces, dependiendo de la confianza que tengas con la persona, puedes preguntar, y de hecho si se da varias veces lo acabas haciendo por pura supervivencia. Lo que pasa es que a menudo no llegas a ninguna conclusión con la respuesta porque realmente, no ahondas. "Es lo que acabo de decirte" y no te responden que sí, si no que siguen hablando y tú quieres parar la conversación para decirle, "por favor ¿puedes reconocer que has repetido lo que acabo de decir y explicarme el motivo?" pero no lo haces para no parecer rara, cuando los raros son ellos. Entonces, lo único que haces si el hecho se repite más de lo deseado, es tender al alejamiento. Sólo porque da rabia. Sólo por la incomprensión de una acción tan absurda.

Yo lo hice con un noviete, ex-noviete, lo del alejamiento. Me ponía muy nerviosa estar de acuerdo en todo, y de ese modo. Fue una relación corta así que no llegué a saber si era consciente de que lo hacía, aunque desarrollé esta intolerancia de la que os hablo, supongo que fue entonces...


---
Imagen: Roy Lichstenstein.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Fueron

Fueron dos, las lágrimas suicidas, que saltaron desde el párpado inferior en caída libre y sin pedir permiso, y que en un silencio lento chocaron hasta fundirse con el tejido del pantalón, que las recibió con resignación acogedora. No me preguntaron, como dueña del orígen, si debían nacer o morir ni en qué momento. Sólo vinieron a este mundo para no quedarse; sólo vinieron para poner de manifiesto, espontáneo, absurdo o no, una tristeza que no esperaba, una tristeza que permanece en mis pupilas a estas horas, dispuestas sin saberlo a inundarse en un segundo, con cualquier pedacito de recuerdo.

lunes, 9 de agosto de 2010

tristeza

Sé que a veces puedo ser desagradable y se que eso no es una virtud ni un aspecto positivo de mi personalidad. También sé que hay días felices y días deprimidos, y que algunas veces estas dos tipos de día pueden estar tan cerca en el tiempo que la vida puede resultar rara. Pero no sé por que la tristeza se instala, como anoche, en un instante, y permanece firme, ignorando las indicaciones que el cerebro le envía en sentido contrario.
No voy a ser desagradable para que se vaya. Esperaré a que lo haga cuando ella quiera. Seré yo misma, y así, seguro que no va a quedarse.



---
Imagen: Egon Schiele.

domingo, 27 de junio de 2010

Bayetas, estropajos y demás

Tengo todos los tipos de trapos, bayetas, plumeros y estropajos que podais imaginar, y existentes en el mercado. Sí. Yo odio limpiar, pero de vez en cuando, muy de vez en cuando, me entra una inspiración divina, y pienso que voy a cambiar. Y como esto me ocurre, las veces que me ocurre, cuando estoy haciendo la compra y paso con mi carrito por delante de ese pasillo maravilloso con todos esos productos de limpieza y magníficos utensilios, no puedo evitar la tentación de meter algunos de ellos en el carrito, y al llegar a casa, orgullosa, guardarlos en la parte del armario donde estan todos ellos. No os lo creeréis, si os digo que invierto largo tiempo en ese pasillo, y empiezo a ver la gran utilidad de todos y cada uno de ellos. Leo con devoción todas las instrucciones, bayetas con microfibra y ¡de varios colores! para distinguir todas las habitaciones del hogar, ¡es genial!, y ganas tengo de parar a aquella señora o chico joven que pasa por ahí sin detenerse, sin haberlo visto, y decirle: Eh espera! ¿Has visto? ¡este gel limpia las ollas de las manchas incrustadas! y, además, realmente creo que eso es lo que necesito, que es eso lo que me falta para poder ser como las demás personas. Esos productos, ese plumero que se alarga, esas toallitas limpiadoras de nevera, o las de microondas, los que faltan en mi vida para ser normal. Ahora, acabo de descubrir, buscando si en la despensa había olivas para picar junto mi cerveza, entrando de la terraza en bikini...que todavía hay dos que no he estrenado. Aunque no encontré olivas, me ha hecho ilusión. La limpieza eficaz de las microfibras unida a una pràctica y ultra-absorbente esponja...tendrías que verlo. Intentaré no volver a comprarlos la próxima vez que vaya al super, y estrenarlos...pronto, cuando cambie.

martes, 1 de junio de 2010

Lo malo de aburrirme en el trabajo

Lo malo de aburrirme en el trabajo, no es que haga otras cosas que no debo, que desatienda mis obligaciones, o que arriesgue mi estabilidad económica a corto plazo. Lo malo de aburrirme en el trabajo es que después de hacer todo lo demás me da por pensar en él y por un momento hasta me creo que es lo que no es. 
 
Lo malo de aburrirme en el trabajo es que mi imaginación empieza a desarrollar estrategias rocambolescas que veo normales, sólo para reeencontarle, o tal vez hacer un poco divertida la ocasión. Lo malo de aburrirme en el trabajo es que mi locura, que ya hace tiempo me liberó del pudor, mezclada con mi yo impulsivo, pueden desembocar en algo extremadamente imprevisible y espantoso, de resultados inalcanzables por una mente entretenida y en sanas condiciones.

Lo malo de aburrirme en el trabajo, es que esos resultados pueden llegar a ser frustantes por las expectativas inventadas en ese estado de trance, y a punto estoy de equivocarme, y acelerar lo que entonces creo que va a suceder.

Tengo que cambiar de trabajo. Tengo que dejar de aburrirme. Tengo que actuar deprisa, para evitar que la razón evite que lleve a cabo las locas estrategias y no vuelva a verle,...lo malo de aburrirme en el trabajo.



---
Imagen: Jean Dubuffet.

viernes, 28 de mayo de 2010

concierto de vida

Me gustaba mirarlos, porque eran inmensamente felices mientras tocaban. Todos ellos y cada uno desprendían una especie de plenitud casi tangible, absoluta. Fue como ver tocar a unas almas, alegres almas. Y mientras los miraba, el ritmo también fue entrando en la mía, incapaz de dejar de mover alguna parte u otra de mi cuerpo como un impulso irrefrenable de involuntaria alegría.
La música de esa banda fue algo grande, pero no fue sólo eso lo que viví hoy, y por lo que escribo. Hoy vi a unas almas disfrutar plenamanente de un momento de vida. Y no sólo eso, porque sin intención, como las cosas más bonitas, mientras lo hacían, proyectaban como ondas de magia divina una felicidad que todavía a estas horas no me quita la sonrisa.

miércoles, 19 de mayo de 2010

cuento con final

Un día escribiré un cuento. Será muy corto. En él, te quitaré la ropa, y, como si fueran las capas invisibles de tu estupidez, irán cayendo, una a una, hasta dejarte puro. Cuando estés desnudo te amaré durante tres días, no haré nada más, y tú me amarás como un loco, hasta quedarte sin aliento, hasta más allá del final. Será perfecto. Después, el cuarto día te volveré a poner la ropa, con cariño inevitable, te cubriré, te dejaré igual que te encontré hace ya demasiado tiempo. Y entonces, a partir de ese día, ya nunca más volveré a mirarte ni a saborearte.
En el cuento, ya hacia el final, te pediré un pequeño favor. Si algún día aprendieras sin querer a quitarte la ropa tú solito, o a vivir sin ella, házmelo saber, tal vez te haga una visita, o tal vez cambie un poquito el final del cuento.



---
Imagen: Jean Dubuffet.

pasión

Y el dia acaba raro. Ayer unos besos acolchados de poco sabor, y hoy palabras como fuego vivo que salieron de mi boca sin poder evitarlo. De repente tanto y otras veces tan poco. Reacciones impulsivas o observaciones que en un instante dicen demasiado. Ayer tardé un segundo en dejar de sentir pasión. Y hoy también un segundo para sacarla toda.

lunes, 3 de mayo de 2010

cuando digo tú

Cuando digo tú no hablo de ti sino de otra persona. No me refiero al único ni al especial, ni al hombre de los hombres, ni siquiera a la mujer. Cuando digo tú hablo de alguien más, de muchos. Del que me ignora y del que me sonríe y me sueña, del que me toca. Tú eres el que me ayuda y también el que me desprecia, o el que no me conoce pero me ha visto pasar. Si piensas que hablo de ti, respira. No te apures ni te emociones que no es contigo, y perdóname por ser así, pero sólo estoy hablando de mi.



---
Imagen: Chris Ofili.

Para qué escribir hoy

Para qué escribir hoy si tú no vas a leerme. Para qué dejar en el papel palabras que en orden o en desorden hoy mueren sin sentido, si tú no las ves. Para qué juntar letras que se acomodan o se inquietan en frases bonitas, que voy dibujando sin prisa y sin intención, desde este espacio particular de mi otro yo, cuando el caos me habita. Hoy, que ordené mi casa, mis papeles, y después de ayer, cuando engañando a mi ilusión, soñé que me leías.
Absurda fantasía pensar que me pensabas, infantil, pero no importa. Sonrío, y no me avergüenzo ni me entristece mi locura, porque me salva y me hace libre en estos tiempos de sueños cortos e ilusiones que nacen rotas.

jueves, 29 de abril de 2010

errores

No soy tonta sólo cometo errores. Lo que me hace humana, por otro lado. Muy humana, por lo visto. Pero ¿quiero ser tan humana? ¿Quién valora este agudo grado de humanidad que me envuelve? Tal vez los perros. Y yo, animal irracional también o más, me quedo en este lugar que habito, sola, con toda mi humanidad, pensando en lo fea que es la perfección y en lo bonito que es equivocarse. Cantando alguna canción que me alegre la existencia, de un día hábil, hábil como los muy humanos, capaces y dispuestos en cualquier momento, circunstancia o situación, a emprender espontáneamente alguna acción que pueda desembocar en un resultado inestable, llámale error, cualquier ejercicio, oficio o movimiento que nos puede acercar a esa imperfección, que, finalmente, creo, sé, consiento y defiendo, que es bella. Gracias a la vida, entonces.

sábado, 24 de abril de 2010

reloj perdido

La noche que perdí una camiseta, un reloj y un amigo, gané los besos de un tipo que se hacía el duro. Y muchas risas.

La camiseta la custodia una persona que quiero mucho, y por los días que han pasado supongo que a estas alturas habrá guardado en el fondo del armario por lo del cambio de estación. Yo lo hice con la suya, con ilusión.

El reloj no era maravilloso, sólo era el mío. Me gustaba porque era el recuerdo de un viaje. Pero sólo era un reloj.

En fin, me acostumbré a vivir sin reloj, y a cambiar de vestuario, y las risas me alegraron con su recuerdo. También los besos.

Pero me quedó un sabor amargo. Hay personas que te alegra que la vida haya puesto en tu camino, y a las que no quisieras perder. Y aunque fue una noche mágica aún sin la magia, perder a un amigo no compensa lo demás. Tal vez no lo era o tal vez no lo perdí. Pero si lo perdí, esa noche perdí más que gané. Y ahora me apena. Y sin ánimo de ponerme dramática, y en el caso improbable que algún día me lea, decirle que le echo de menos. Que yo no se desquerer tan fácilmente. Le sigo queriendo, podría decir porque no puedo evitarlo. Pero es que en realidad no quiero.

domingo, 18 de abril de 2010

libre

No sabía como escapar al deseo de tenerle. Quería huir. Quizás porque menos libre que él, el vínculo emocional me aterraba. Me aterraba que sólo su compañía, un día pudiera quitarme cualquier tristeza.
Y por eso me iba con cualquiera, para quitarme la sensación de dependencia que detesto.
Falsa libertad la mía.

sábado, 17 de abril de 2010

historia de dos amantes

Aún no sé porque no lo eliminé de esa red social del diablo en el mismo instante en me que solicitó amistad. En otras ocasiones cuando un desconocido me añadía lo eliminaba sin gastar un segundo más en pensar en nada.

Me había encontrado  no se como, en un grupo común de esa misma red social, al que pertenecían actores y actrices y gente relacionada con el mundo de la interpretación, como él, supuse. En realidad en un primer momento dudé si lo conocía porque a veces una tiene mala memoria, y le envié un mensaje con esa pregunta y disculpándome por si acaso. "No, nos conocemos, pero eso lo podemos solucionar fácilmente". Me hizo reir y supongo que eso me gustó. Soy de risa fácil, es cierto, pero la verdad es que a partir de entonces empezamos un intercambio de mensajes interesante, y en el que nunca dije que yo no vivía en Madrid, hecho que él desde el principio dio por hecho.

Cuando descubrí que estaba casado y él desubrió que yo vivía con mi novio, todo cambió. El compromiso que ninguno de los dos quería tener, nos volvió libres por completo y nos pudimos amar sin problemas, a parte de los logísticos y de la imaginación que algunas veces se agotaba pero que cada uno reconstruía con ilusión reinventando nuevas mentiras para poder vernos. Nos hicimos expertos en el arte de engañar y nos reíamos juntos de las rocambolescas historias que llegábamos a diseñar, indultados por la necesidad. La ocasión hace al ladrón, era nuestro lema para justificar la crueldad descargada contra nuestros cónyuges. Lo que empezó como un juego se convirtió en la mejor historia que nunca soñamos.

El tiempo fue pasando y todavía hoy compartimos la ilusión del primer día. Él no sabe que yo hace casi un año que dejé a mi novio y aunque intuyo que en su vida también han habido ciertos cambios en ese aspecto, sobre todo desde que ha venido a vivir a Barcelona por un cambio en su trabajo según dice, y nos vemos cada semana, no me ha dicho nada. No necesitamos saber nada del otro. Y aunque a veces echo de menos despertarme a diario entre sus brazos, es la historia más llena de verdad que nunca tuve. Y que dure.

lunes, 12 de abril de 2010

procesos

Parece que en la vida todo son procesos. En algunos no llegas a entrar y en otros no sabes cómo salir. Cuando estás en uno, a veces no eres consciente, y puedes quedarte en él durante años. Lo malo es cuando sabes donde estás pero la fuerza de voluntad flaquea. Algunas veces la inconsciencia o el azar te empujan a permanecer en el mismo lugar, y un día te das cuenta. Otras veces no existe fuerza de voluntad capaz de hacerte crear algun movimiento en cualquier sentido. ¿Será eso destino o imbecilidad?

decir adiós

Qué bonitos los paraguas automáticos. El mío hace días que de vez en cuando se rebela. Yo había decidido aceptarlo como era, porque es fuerte, resistente, y eso compensaba lo demás. Pero hoy, lo hizo en el supermercado, en el momento de pagar, con veinte personas haciendo cola; en la farmacia delante de esa señora tan seria con bata blanca, y en el portal de casa, cuando buscaba las llaves con las bolsas de la compra en la otra mano y el bolso resbalando por el brazo... Me pregunto cómo voy a tirarlo así, por que ahora permanece en su estado más completo. Va a quedar raro en el contenedor. Además decirle adiós de esa manera va a resultar extraño...porque es tan bonito abierto.

miércoles, 24 de marzo de 2010

algunas veces y otras no

Algunas veces, cuando no tengo ganas de reir, ni la escena más divertida del mundo consigue mover un sólo milímetro de mi rostro. Nada es gracioso, entonces.

Otras veces, sin embargo, sonrío de oreja a oreja sólo con los buenos días de mi compañero de trabajo, o al recibir el cambio del café de las ocho. Incluso con el gag medio bueno que he visto ya cinco veces de mi serie favorita.

Y no lo hago queriendo.

domingo, 7 de marzo de 2010

observo

Me detengo, y de forma imaginaria, también, muevo lentamente mi mirada y mi cabeza hacia la derecha, hasta girarla por completo. Y miro atrás. Observo los días que han pasado: una semana densa, rica en sensaciones, llenísimas de vida. Entre todo lo que viví, conocí una historia de una vida ajena. Historias que antes sólo había visto en el cine o en boca del que conoce a alguien que le contó que le contaron. Esta vez me lo explicó el protagonista, y con derecho a hacer preguntas obtuve respuestas que no por honestas fueron más satisfactorias. Al escucharlas casi pude tocar el desengaño, la parte más amarga de la vida, que algunos escogen, por cobardía o por desgaste del que se cree viejo para empezar de nuevo. O del que escoge sin saber que lo está haciendo por escoger el no hacer, sin sentirse responsable de su propia vida. Y me entristecí, por el que opta por perder. Por las veces que lo hacemos.

Ya lo observé. Ahora recupero la dirección de mi mirada. La vida está delante.

verdades y mentiras

Gracias. Sólo eso y nada más. Por tu verdad. Y por todo lo demás. Una comida, unas horas y una taza de té, de hierbas del bosque. Y muchas, muchas cosas que sin conocernos compartimos de una forma extraña. Hasta ayer no sabía tu nombre y hoy sin un porque, sé mucho de ti. Y tu de mi. Algo, ¿qué fue? no sé, nos llevó a compartir una parte de nosotros: esa que uno se suele guardar. Alguien que cuando hablamos de mentiras se definió como un semi mentiroso, y que más tarde comprendí la razón, me habló desde la más completa honestidad, en letras mayúsculas. Como dos personajes escapados de un guión, que en la terraza de un restaurante se refugian de sus propias vidas. Y se las explican, y se conocen, en un encuentro que tan fácilmente pudo no haberse dado.

Ah, qué grande fue, hablar de la vida y de los sueños, de los hijos que se tienen y de los que no se tendrán, ... de tantas cosas y nada era mentira. De la felicidad también ¿cómo no? y seguí aprendiendo, escuchando unas palabras que alguna otra vez ya había oído, pero que por primera vez comprendí, al darme cuenta que venían de lo que mi propia vida un día pudo haber sido, y no fue. Por fortuna, digo hoy.

¿Y por qué suceden así las cosas? Tan rápidas, tan fáciles, tan extrañas. No lo sé. Surgen simplemente cuando te sales un rato de la prisa, y te dejas llevar por el momento. Cuando estás en algun lugar sin tener un motivo, y tu verdad se encuentra con otra, cara a cara. Y hablamos también del destino, que tú bautizaste como azar. Al destino o al azar, no me importa, hoy le agradezco, por que cuando teníamos que ser tres, fuimos dos, y así pudo darse esa tarde mágica. Esa tarde que fue nuestra.

Voy a volver a verte, sí. Aunque digas que no, o que no sabes. Y vamos a ser amigos. No puede ser de otra manera.

sábado, 13 de febrero de 2010

tiempo

Dime cómo puedo hacerlo, si sabes, enséñame a parar el reloj. Dime cómo hago. Dime. Cómo hago para detener el tiempo, para pensar que no estaré en después. Por que me persiguen. Y me duele correr tanto y no tener el tiempo del momento actual, desesperada por ver que el minutero avanza, avanza, y que no sé, que no tengo tiempo de caminar, sin mirar atrás, ni adelante, ni a los lados... Por favor mátalo. Hazlo tú, porque yo no puedo, hoy no. Y dile, dile que se vaya, que me deje, que se olvide de mi, que no quiero correr más, que estoy sangrando. Quiero mirar al viento, de cara, perder mi tiempo con la nada, permitir que el aire entre en mis pulmones, despacio, saborearlo...saber que existe otra cosa ... otra forma de desplazarse por esta vida que amo tanto.
....y ahora, de repente, cuando siento el frío en mis piernas del aire que entra por las ventanas de mi casa en este frío invierno...soy capaz de respirar...de pensar...sin saber el motivo empiezo a subir, sólo un poco, pero hay movimiento, y salgo del lugar oscuro donde me encontraba, hace tan sólo unas horas, como si se aflojara la mordaza que me tenía atrapada, como si unas cuerdas invisibles que me ataban de pies y manos, me estuvieran diciendo al oído: sólo tú, sólo tu empeño, va a liberarte.

lunes, 8 de febrero de 2010

mañana

Un día de estos aprenderé, lo prometo, aprenderé a quitarme la prisa. Me creeré de una vez por todas que no me voy a morir mañana. Pero todavía no sé como hacerlo, por que si bien es algo que me empuja a vivirlo todo intensamente, al mismo tiempo me llena de impaciencia, y a menudo me agota. Nunca supe pensar más allá del sábado que viene, o del mes que viene, del verano, a lo más alguna vez. Y el tiempo pasa y yo no me muero mañana, porque todos los mañanas fueron pasando uno a uno y ya son parte del ayer. Al final es la paciencia, lo que no tengo, lo que desconozco por completo desde mi. Una especie de concepto que siempre identifiqué de manera inconsciente con la gente sin sangre, aunque también siempre supe que no era así. Es una perspectiva de la vida que se adquiere con la edad, dicen algunos. ¿Será cierto? me pregunto ¿Será cierto entonces que yo me quedé anclada en una edad sin nombre? ¿Es acaso el complejo de Peter Pan que tal vez adquirí sin saberlo? Y aunque no quiero perder la inmediatez del vivir en hoy, y me gusta la idea de pensar que el mañana no está en ninguna parte, algunas veces me gustaría creer que existe, y que existe abril, y diciembre, y el 2020, aunque, y quizás porque todavía no lo aprendí, yo sé rotundamente, que no es cierto.

domingo, 7 de febrero de 2010

en presente

A veces necesito parar para darme cuenta de todo lo que está pasando. Hacer balance del año que pasó no es muy dificil, pero no es fácil hacerlo del mes que pasó, de la semana anterior o del jueves, cuando es viernes. Ayer estaba contenta por lo que viví el viernes y el sábado. Hoy, sin sentirme extraña por lo que pasó, lo convertí en recuerdo, convirtiéndolo en pasado aunque sólo haya transcurrido una semana. Algunas cosas se convierten en pasado en horas, otras en cambio, quizás por no saber vivir al día, nos empeñamos en mantenerlas en un presente inexistente, quizás con la esperanza de revivirlas no sólo en el recuerdo.

sábado, 9 de enero de 2010

con espinas

Hoy que me levanté temprano para hacer tantas cosas que no hice sólo por que alguien llamó a la puerta y abrí. Así es la vida, nunca sabes que te va a pasar un segundo después del ahora. Por eso me gusta y por eso soy feliz, por estar viva. Yo le pregunto a la gente ¿Eres feliz? Y me enamoro del que me dice SÍ, sin pensarlo. El mundo no es perfecto. Tantos sufren, tantos mueren. Y claro que hay culpables, aunque no siempre, sí muchas veces. Pero estamos vivos y la perfección es oprimente también. No sé qué es la felicidad pero creo que no es un mundo perfecto. Es otra cosa. Se parece a una actitud, un sentimiento de agradecimiento por poder vivir, por poder sentir que te quiero y que me dejo querer, para poder reir, reirme de mi, de mis reflexiones que no van a ningun lado, y que me tienen aquí, perdiendo el tiempo, o ganándolo, conociendo a personas que en sus ojos me enseñan que la mierda está en el aire, ya lo sabía, pero que también en la mierda hay momentos brillantes, que son los que nos ayudan a seguir. Viva la vida, con espinas incluso.