Tengo todos los tipos de trapos, bayetas, plumeros y estropajos que podais imaginar, y existentes en el mercado. Sí. Yo odio limpiar, pero de vez en cuando, muy de vez en cuando, me entra una inspiración divina, y pienso que voy a cambiar. Y como esto me ocurre, las veces que me ocurre, cuando estoy haciendo la compra y paso con mi carrito por delante de ese pasillo maravilloso con todos esos productos de limpieza y magníficos utensilios, no puedo evitar la tentación de meter algunos de ellos en el carrito, y al llegar a casa, orgullosa, guardarlos en la parte del armario donde estan todos ellos. No os lo creeréis, si os digo que invierto largo tiempo en ese pasillo, y empiezo a ver la gran utilidad de todos y cada uno de ellos. Leo con devoción todas las instrucciones, bayetas con microfibra y ¡de varios colores! para distinguir todas las habitaciones del hogar, ¡es genial!, y ganas tengo de parar a aquella señora o chico joven que pasa por ahí sin detenerse, sin haberlo visto, y decirle: Eh espera! ¿Has visto? ¡este gel limpia las ollas de las manchas incrustadas! y, además, realmente creo que eso es lo que necesito, que es eso lo que me falta para poder ser como las demás personas. Esos productos, ese plumero que se alarga, esas toallitas limpiadoras de nevera, o las de microondas, los que faltan en mi vida para ser normal. Ahora, acabo de descubrir, buscando si en la despensa había olivas para picar junto mi cerveza, entrando de la terraza en bikini...que todavía hay dos que no he estrenado. Aunque no encontré olivas, me ha hecho ilusión. La limpieza eficaz de las microfibras unida a una pràctica y ultra-absorbente esponja...tendrías que verlo. Intentaré no volver a comprarlos la próxima vez que vaya al super, y estrenarlos...pronto, cuando cambie.
¡JAJAJA!...Muchas risas.
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