lunes, 8 de febrero de 2010

mañana

Un día de estos aprenderé, lo prometo, aprenderé a quitarme la prisa. Me creeré de una vez por todas que no me voy a morir mañana. Pero todavía no sé como hacerlo, por que si bien es algo que me empuja a vivirlo todo intensamente, al mismo tiempo me llena de impaciencia, y a menudo me agota. Nunca supe pensar más allá del sábado que viene, o del mes que viene, del verano, a lo más alguna vez. Y el tiempo pasa y yo no me muero mañana, porque todos los mañanas fueron pasando uno a uno y ya son parte del ayer. Al final es la paciencia, lo que no tengo, lo que desconozco por completo desde mi. Una especie de concepto que siempre identifiqué de manera inconsciente con la gente sin sangre, aunque también siempre supe que no era así. Es una perspectiva de la vida que se adquiere con la edad, dicen algunos. ¿Será cierto? me pregunto ¿Será cierto entonces que yo me quedé anclada en una edad sin nombre? ¿Es acaso el complejo de Peter Pan que tal vez adquirí sin saberlo? Y aunque no quiero perder la inmediatez del vivir en hoy, y me gusta la idea de pensar que el mañana no está en ninguna parte, algunas veces me gustaría creer que existe, y que existe abril, y diciembre, y el 2020, aunque, y quizás porque todavía no lo aprendí, yo sé rotundamente, que no es cierto.

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