miércoles, 24 de marzo de 2010

algunas veces y otras no

Algunas veces, cuando no tengo ganas de reir, ni la escena más divertida del mundo consigue mover un sólo milímetro de mi rostro. Nada es gracioso, entonces.

Otras veces, sin embargo, sonrío de oreja a oreja sólo con los buenos días de mi compañero de trabajo, o al recibir el cambio del café de las ocho. Incluso con el gag medio bueno que he visto ya cinco veces de mi serie favorita.

Y no lo hago queriendo.

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