Dos copas vacías, una botella, y el viento, que mueve suavemente el mantel que cubre la mesa de madera gastada por el sol y envejecida por los años. Ya no queda nadie en la casa pero el alma del encuentro permanece en el ambiente. La música sigue sonando, y se escapa por todas las ventanas que abiertas abrazan al aire. El calor toca hasta a las sombras, y el verano recién llegado ya sonríe por todas partes. Las macetas, las plantas y los restos de las que lo fueron se apuntan a la fiesta del sol y de la noche, de la estación más cálida de todas, y suda la vida con todos sus habitantes mientras baila para celebrar todas y cada una de las sensaciones de la piel.
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Imagen: Edward Hopper
Tienen magia los cambios de estación.
ResponderEliminarCierto Lucas. Y buen comentario para este post tan local. El frío también es muy interesante.
ResponderEliminarBueno, o el cambio como dices. Los procesos que te llevan a algo, a menudo tienen más magia que las cosas en sí.
mmmmmmmmmmmmmm.............
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