viernes, 17 de junio de 2011

miro por la ventana


Me asomo a la ventana para despejar ideas y oxigenar cansancios. La noche se acerca, y con un cielo cada vez menos claro, algunas luces encendidas de casas vecinas absorben toda mi atención. Cuadraditos iluminados, que parecen vivos, parpadean, y yo imagino las vidas que transcurren detrás de cada uno de ellos. En alguna cocina, parece que preparan la cena, en otro punto, más alejado, descansan tras un día agotador, lleno de actividad, o vacío, quién sabe. Los miro y me pregunto, qué estarán pensando, qué añorarán o qué deseo oculto pasará a diario por sus mentes mientras hacen cosas a esta misma hora. Qué les esperará en los próximos minutos o que irán a hacer mañana. Me gusta saber que todo se mueve mientras yo observo aún sin ver demasiado, aún viendo mucho con lo que imagino a toda velocidad, antes que caigan algunas persianas o la imaginación me lleve a cualquier otra parte.

Y el descanso me produce alejarme de mi misma, de mi propia cotidianiedad, y de mis propios deseos. Bonito paisaje. Respiro.
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Imagen: Hans Hoffman

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