martes, 14 de diciembre de 2010

un señor

Estaba esperándome al final de la plaza, con su aspecto de señor y su cierta elegancia. Me envió una sonrisa pocos metros antes del saludo, que recibí esta vez no en mi bandeja de entrada, y que no recordaba, u olvidé cómo era si es que fue. Después por irnos nos fuimos a comer, y hablamos y hablamos, y me puso al día de su felicidad casi completa con sus partes de tristeza. Yo hablé menos de la mía, quizás por ninguna razón consciente, no lo sé, pero no lo hice en la misma medida. Y sí, se dió. Esa compañía cómoda que se da algunas veces, que satisface incluso en el silencio. Interesante sensación de estar ahí percibiendo sin mirarle una presencia agradable, en calma.
Y no se lo agradezco porque no cabe agradecer lo que fue sin querer porque queriendo no se puede. Pero me alegro, por los ratitos que la vida se da el lujo de ofrecer sin habérselos pedido.

2 comentarios:

  1. Confessa: vares dinar amb el teu tio-avi llunyà de quart grau de la Patagònia. És o no és?

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