domingo, 17 de abril de 2011

Espejo espejito

Me encantan las patatas fritas de bolsa y odio el café con leche, pero nunca tomé la decisión en ninguno de los dos casos. Me vino dado como otras cosas a las que resulta imposible renunciar. A mi me gustaría que me gustara el café con leche, siempre lo pienso, para tomarlo bien caliente en invierno y que me reconfortara. Pero lo detesto, la leche me produce náuseas. Supongo que no se puede ir en contra de algunas cosas que son parte de nuestra esencia. A parte de que el respeto, a mi entender, empieza por el que uno se tiene a uno mismo, e ir por la vida en dirección contraria, a la larga desgasta y produce efectos secundarios y raros.

Qué nos gusta y qué no, qué somos y qué necesitamos para ser felices, o, dicho de otro modo, qué nos falta y qué nos sobra. No es de fácil respuesta la pregunta y puede incluso resultar incómoda. Solo parecería interesante responder de una forma serena y desde la plena libertad, esa de la que no podemos escapar cuando nos miramos a solas frente al espejo. Quizá vale la pena detenerse de vez en cuando y desde el coraje tomar las decisiones que sí están a nuestro alcance, para no olvidarnos de nosotros mismos. No vaya a ser que el tiempo pase, el subconsciente actúe o la fuerza de la costumbre, y sin darnos cuenta nos habituemos a la náusea y lleguemos a confundirla con la normalidad. Lo que viene dado es lo que somos, pero en todo lo demás mandamos nosotros. Fantástico, entonces.


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Imagen: Modigliani

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