martes, 22 de marzo de 2011

un guante

Entre gente apresurada y turistas a ritmo de tortuga extranjera, caminaba yo a compás urbanita mirando al suelo como hago a veces, cuando vi lo que siempre de alguna manera me entristece: un guante. Un guante solitario a la espera de nada. Un guante ocupando un lugar menos que secundario en la escena, desatendido, abandonado e ignorado como nunca antes lo fue. Y como otras veces me sucede, me hizo pensar en el otro, en el que dejó de ser también por haber perdido lo que le daba sentido. ¿Dónde estaría? Quizá en otra ciudad, en otro país o en algun aeropuerto, o a cinco minutos de distancia, quién sabe, pero sufriendo seguramente el mismo desprecio. Una muerte de algo que aún es, pero que ya no sirve para nada. Porque aunque la otra parte aún existe, que es el hecho que resulta más dramático, la separación los vuelve a ambos objeto inútil.

Y aunque era realmente hermoso, permanecía en el suelo aún cuando giré la cabeza unos metros más lejos para volverlo a observar, para despedirme, y dónde debe continuar todavía a estas horas.

Una historia triste la de los guantes perdidos, la de ser guante, en realidad, la de la separación que te anula, la de dejar de ser, solo por ser mitad. Qué triste ser mitad.

---
Imagen: Keith Garrow

5 comentarios:

  1. Que maco que és aquest text...
    però no vull ni pensar si, a més, anava de conjunt amb la bufanda... i amb un gorro!

    ResponderEliminar
  2. JAJAJAJAJAJA!! quin drama absolut!! (gràciessss...)

    ResponderEliminar
  3. Es un texto muy bonito.Gracias.
    Quilo

    ResponderEliminar
  4. Gracias, nunca pensé en que iba a serlo, solo me interesó la idea. Qué bien.

    ResponderEliminar
  5. Javier Urenda Chaves27 de noviembre de 2011, 23:44

    ¡¡¡¡Que bonitooooooo!!!!

    ResponderEliminar