Llorar en las despedidas. Sucedió, y una niña familiar la miró absorta, concentrada, con toda su seriedad e incomprendiendo los hechos, como el que observa sin pestañear lo que no puede creer. Largos segundos estuvo manteniendo el mismo gesto de confusión, sorpresa, mirada fija y labios infantiles apretados.
La extrañeza debió ser al resultarle original por ilógica la combinación del llanto, el abrazo y la sonrisa.
Qué inteligente puede ser la inocencia.
La extrañeza debió ser al resultarle original por ilógica la combinación del llanto, el abrazo y la sonrisa.
Qué inteligente puede ser la inocencia.
---
Imagen: Picasso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario