Imaginad el principio de una historia que no fue. Este es el final y lo escribí antes de que llegara. A veces pierdo el tiempo poniendo sobre un papel el futuro que intuyo. Y esta vez se cumplió.
¿Qué pasó después? Además del tiempo, pasó que ninguno de los dos se enamoró, que se acabó como empezó, sin darnos cuenta. Y yo no me quedé partida en dos, no se me rompió en mil pedazos el corazón, no sangró como pensé que lo haría, no perdí la sonrisa, ni la alegría, no le eché de menos hasta dolerme la piel y el alma, ni noté en cada recuerdo su ausencia. Sólo terminó. Y solo lo escribo para no olvidar que las cosas nunca son como uno imagina, no son como siente que van a ser, no son, van siendo y en cada segundo pueden cambiar. No está en nuestras manos, sólo el azar las mueve, las pone donde quiere, donde quiere el viento y el tiempo, que va pasando, va pasando, y va trayendo cosas nuevas que nos vuelven a hacer sentir. Supongo que esa es la gracia de la vida.
Esto es un poema, pero lo has escrito en forma de prosa. Es precioso, en serio.
ResponderEliminarComo reflexión vital, me pregunto si al pensar en el fracaso ante una puerta que la vida nos está abriendo no hace que inclinemos la balanza inconscientemente hacia lo negativo y condenemos ese posible amor a tener menos posibilidades de éxito. ¿Es posible?
Me viene a la mente una frase que leí hace muchos años y nunca supe su autor. Decía algo así como: "Maldito aquel que al principio de una relación no piense que será eterna".
Y no va ninguna "maldición" adjunta, no. Je, je, je.
Un beso.
Muchas gracias, de verdad. Por leerme sobre todo, que te guste ya es la bomba ;-) un beso!!
ResponderEliminarA veces pienso que uno se decide a escribir buscando unos réditos terapéuticos. No sé si ésa es una historia completamente real, pero es difícil resistirse a rebuscar en los sentimientos de uno para traspasarlos al papel. Es una tentación tan grande que creo que puede resultar hasta adictiva.
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