lunes, 20 de julio de 2009

Todavía es martes

Abrió el correo. Un mensaje. Como suele ocurrir, no era el que esperaba. El amigo que llevaba media vida intentando conquistarla le comunicaba que se separaba. Después de tantos años de matrimonio con hijos y sin amor, y de algunos menos de mensajes, llamadas, reclamos a los que ella ya no daba respuesta alguna, hoy otra vez retomaba el contacto para darle la noticia. Esta vez ella le respondió. Intentó ser fría, sólo persona. Hubiera deseado verlo, darle un abrazo, pero estaba convencida de que él todavía entendería otra cosa. Qué extraña es la vida, pensaba. Constantemente estamos buscando una ilusión, y cuando aparece ¿cuánto tardamos en buscar otra? Esa mañana había presenciado una situación que aunque cotidiana, resultó algo chocante por el poco pudor en que fue mostrada. Casi una hora estuvo sin poder concentrarse en su trabajo condenada a escuchar más de cincuenta minutos de conversación telefónica. Su compañera, en un tono de voz poco discreto y a últimas horas de la jornada en las que más que el sueño impera el aburrimiento, compartió con toda la oficina parte de su intimidad y, en definitiva, sus ansiadas ganas de quedar con la persona del otro lado del teléfono. Un hombre, claro. Deshinhibida, creyéndose que el coqueteo le iba a ser inofensivo en su intocable vida conyugal, no pudo evitar que se le escapara el deseo, quedando al descubierto entre sus palabras y su risa. Tras colgar, cuando volvió a coger el teléfono esta vez para hablar con su marido, bastó un segundo para percibir que sólo el tono ya era otro. Cuando todos oyen su “no he podido salir antes” no saben si sentir vergüenza o alegrarse al ver que a ella, la conversación anterior le ha transformado la cara, una cara que ahora reprime una sonrisa. Mientras tanto, ella, la que sólo observa una realidad que juega a analizar, resignada a no poder trabajar, sólo quiere que el tiempo pase, que la semana más larga de su vida termine al fin, porque el lunes, volverá a ver a ese hombre que la tiene tan distraída. Otro compañero de trabajo, un hombre joven, responsable y para ella sobre todo extremadamente interesante, que, desde hace días, parece que también la está deseando a ella. Ese atractivo muchacho que ahora andará de la mano de su novia, disfrutando de unas bonitas vacaciones en el Sur de Francia, tal vez las últimas que tengan antes de irse a vivir juntos.

Pero todavía es martes. Cierra el correo y las ilusiones, hasta mañana.

1 comentario:

  1. Realment em venen ganes de tenir parella... Quina duresa quina crueltat i amargor reprimides. Tota una apologia a la singularitat marital.

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