domingo, 3 de marzo de 2013

a veces...hoy


A veces, cuando camino muevo los brazos para adelante y para atrás. Hoy, en el viaje hacia atrás de mi brazo izquierdo, noté como topaba con algo. Al darme media vuelta, me di cuenta que me había chocado con el hombre invisible.

No puedo describirlo porque no lo vi, pero estuvimos hablando. Su voz era grave y enérgica, lo que contrastaba con su invisibilidad, y era en parte sorprendente. 
Se llamaba Juan. Era un tipo discreto, tranquilo, interesante por su aspecto inexistente. Tal vez era su esencia lo que me gustaba.

Cuando se fue, -por suerte me avisó antes de hacerlo porque si deja de hablar no me entero y me quedo ahí hablando sola por la calle-, me quedé pensando. Pensé en las cosas invisibles que nos perdemos, que existen pero que no vemos, por no escuchar quizá, o por no dejarnos sentir. También pensé que quizá estaban siempre con nosotros, que tal vez en los momentos más íntimos hay uno de ellos observándonos, que tal vez incluso ahora mismo mientras escribo, hay un hombre invisible sentado a mi lado leyendo y valorando si me dejo alguna coma o me excedo en no decir nada. No me importa demasiado. La intimidad al final no es tan importante. Somos todos demasiado parecidos para creernos particulares. Pero volviendo al tema, reconozco que fue raro al principio porque no sabía donde mirar, pero enseguida me acostumbré. Era mejor escuchar. Muchísimo mejor. Y así fue como me adapté a su diferencia. O eso creí porque en realidad no lo hice. Demasiado ocupada en observar, me olvidé de preguntarle si veía, si dormía o si tenía un cuerpo. O de pensarlo. Lo di por hecho. Tardé horas en darme cuenta que no era un hombre invisible, que no era un hombre, ni siquiera una persona. Quizá porque nunca antes me había chocado con una voz.

Pero desde entonces estoy atenta. Ahora sé que lo que aparece existe, aunque no lo podamos ver, ni tocar. Y lo desconocido, si bien es cierto que cuesta más de ver, cuando lo consigues se convierte en algo único aún sin comprenderlo, aún sin tener ningún sentido, y aunque no lo puedas inmortalizar en una fotografía, va a permanecer contigo para siempre.


---
Imagen: Chema Madoz

3 comentarios: