Hoy un hombre, un indigente, que no pedía dinero, que no debía ir a ninguna parte, que sólo compartía vagón conmigo y con otras gentes, tapaba su rostro con sus manos, y de la forma más discreta nunca vista secaba lágrima tras lágrima sus mejillas en un silencio espantoso. La cercanía que nos ocupaba hacía que casi tocara mi brazo derecho y el pudor de la mínima distancia me impedía mirarle directamente. Fue la cara de la señora que, sentada un poco más allá, lo observaba con demasiada angustia para una hora tan temprana, lo que confirmó mi sospecha. Ella, con una expresión que sé que no podré borrar, quizá pensando qué hacer cuando no hay nada que hacer, sacó una caja de galletas de su bolsa y se la entregó. El hombre mostró entonces su cara empapada y sonrió mientras la aceptaba. Tuve tantas ganas de abrazarlo, pero solo me bajé del vagón, y lloré, mucho rato, y sentí que tampoco entonces tenía ningun derecho a hacerlo.
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Imagen: O. Guayasamín
Terrible y hermoso. No he resistido las lágrimas mientras leía. Últimamente me duelen los telediarios, me hieren las injusticias y la sensación de que muchos han de sufrir o morir para que yo pueda respirar.
ResponderEliminarLo hermoso es descubrir que sigue habiendo gente sensible, generosa y solidaria, incapaz de apartar la mirada e ignorar a alguien que a su lado pasa necesidad. Gracias a esos pequeños héroes anónimos que ayudan a los más débiles recupero un poco la esperanza en el ser humano y consigo levantarme y volver caminar.
Lo hermoso, insisto, es comprobar que no se nos ha muerto la conciencia, ni se nos secaron los ojos ni perdimos la humanidad.
ResponderEliminarGracias por escribir así de bien y por compartirlo con todos.
Gracias Rodrigo. Me dejó impresionada la escena, la verdad. Un beso!!
ResponderEliminarNo creo que esas pocas lágrimas que te permitiste sean malas, ni que no tengas derecho a expresarlas. Tampoco hubiera sido bueno simplemente quedarse llorando para siempre... Pero bueno, cuando la situación nos supera hay que seguir intentando cambiar el mundo desde la más mínima acción diaria.
ResponderEliminarEs muy fuerte lo que escribiste, pero gracias... me hiciste reflexionar desde otro lugar.
Gracias Lucas, me dejó impresionada sobre todo porque yo tenía un mal día.
ResponderEliminarUn abrazo,
Xi
Fuerte, impresionante y muy bien escrito...te felicito. Escribirlo de esa manera y compartirlo con otros es parte de la solidaridad. No callarse, denunciar las injusticias y sufrir con el otro hasta las lágrimas demuestra que seguimos siendo sensibles y que nos hiere y nos duele el dolor ajeno.
ResponderEliminarGracias por hacernos pensar...y por escribir tan bien.
Quilo
Muchas gracias Quilo, en primer lugar por leerme. Escribir bien? wow! un orgullo viniendo de ti...un abrazo papá.
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