jueves, 3 de noviembre de 2011

Frutos secos

De momento cuento doce, y el paquete todavía está por terminar. No me parece bien que sucedan estas cosas, y se me plantea la duda. ¿debo luchar por conseguirlos sabiendo que será una lucha ardua y con toda seguridad de resultados mínimos o nulos? ¿o acaso debo olvidarme de ellos? Doce pistachos malogrados a cuyo interior no puedo acceder, pero sé que existen porque puedo verlos, tocarlos, olerlos y chuparlos, aunque permanezcan herméticos y parezca que ellos también me vean a mi. Lo que tengo de ellos me gusta, su forma, su color, su olor y su sabor,...
Y lo sé, sé que no hay lucha válida para ellos, que no será sino insatisfactorio el resultado si la empiezo, conseguir cansarme, impacientarme, y tan sólo obtener en el mejor de los casos una pequeña recompensa, si no acompañada de algun accidente doméstico en forma de dispersión.

Pero es dificil olvidarse de lo que no se puede, renunciar a lo que te gusta y sabes que existe. Al final sólo queda tirarlos a la basura junto a su recuerdo.

¿Me hubiera gustado no haberlos visto?

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Imagen : Lucio Fontana


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