lunes, 10 de octubre de 2011

lavadora

La lavadora parecía que se estaba preparando para el despegue y yo no sabía que hacer, si detenerla, por lo que pudiera pasar, o subirme encima de ella a ver a dónde me llevaba. Casi sin pensarlo tomé la segunda opción. Fue interesante. Sobravolamos toda la ciudad en menos de treinta minutos, la lavadora, mi bolso, y yo. El bolso, lo cogí, porque en él llevo lo necesario para vivir. Cuando sales no sabes si vas a volver, decides salir de alguna parte, o sales sin más, y a menudo no vuelves al mismo sitio, ni aún queriendo.

Y, en efecto, así sucedió, cuando quise volver de mi aventura, la lavadora había encontrado un mundo mejor y me quedé sin billete de regreso. Yo no lo pensé mucho, tenía ganas de desaparecer así que no me importó lo más mínimo encontrar el planeta de las lavadoras voladoras o el país de nunca jamás.

El sitio no era desagradable aunque olía a metal. Me fui acostumbrando, me adapté, incluso al ruido. Ahora escribo desde una lavadora, en este lugar es posible hacerlo, y no me arrepiento de nada. Perdí amigos, mi familia cree que he muerto, bueno, lo creyó. Las lavadoras del mundo están todas conectadas entre sí, y a través de una toalla francesa logré comunicarme con mi madre para que estuvieran tranquilos.

Ha pasado el tiempo y soy distinta, me he adaptado al lugar y a sus gentes, creo que me he convertido en un calcetín, azul. No me va mal como calcetín aunque echo de menos las manos.

Pasan los años y yo, que como todos los demás, cada día estoy un poco más viejo y desteñido, he conseguido ser feliz. Sin embargo, aunque no sirva de nada pensar lo que podría haber sido si algo hubiera sucedido de otra manera, siempre me queda una pregunta: Qué habría pasado si hubiera programado prelavado y el viaje hubiera durado algo más. No sé si mi destino hubiera sido el mismo, o tal vez, si es que existe destino, si me encontraría en el mismo lugar a pesar del prelavado. De momento continuo mi relato de aventura de extraño final o más bien sin él, con la ayuda de un amable guante de lana que teclea la felicidad de este viejo calcetín.

Sin embargo, también resulta raro que nunca me pregunto qué hubiera pasado si no me hubiera subido a la lavadora. Supongo que eso sí estaba escrito. 

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Imagen: Van Gogh

2 comentarios:

  1. Ja era hora!!
    M'agrada, divertit, reflexiu... i suposo que subsconscientment coherent: 1 guant, 1 mitjó... i com no, de color blau.

    Per cert, has vist el cartell de fires de Girona?
    http://bonartactualitat.files.wordpress.com/2011/09/imagen-16.png

    (és la Catedral)

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  2. Magnífic! M'ha encantat!
    I gràcies pel comentari...ja era hora, sí...ganes no em falten, només temps...ja ho saps :)

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