viernes, 13 de mayo de 2011

cansados

Si alguna vez presenciaste una pelea de perros comprenderás lo que quiero decir. Aunque uno de ellos llevaba casco y el otro se bajaba de un coche caro y los dos tenían forma humana. No fueron frases en realidad lo que escupieron sus cuerpos, ni siquiera palabras, extraños gemidos, voces altas de animales feroces que parecen no haber comido durante días.

Hubiera querido quedarme, sólo para mirar, de nuevo con estupor hacia el comportamiento humano, hacia el animal racional que somos, con capacidad de pocas cosas muchas veces.

Pero no fue posible, y tampoco lo hubiera sido permanecer en la invisibilidad como me hubiera gustado. Observarlos desde muy cerca, oler su rabia, poder tocar cada arruga de amargura de sus rostros, cada poro de insatisfacción cotidiana y tal vez imparable.

No se mordieron físicamente pero me salpicó la violencia. Demasiado temprano para no verlo, demasiado pronto para recibir el impacto de la sensibilidad de los hombres demasiado cansados. 


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Imagen: Dubuffet

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