martes, 16 de noviembre de 2010

palabras rotas

Sandalio se dio la vuelta para esperar a su hermana Laura, pero al girarse, sin querer, golpeó con la mochila que cargaba en la espalda el enorme diccionario que permanecía en la esquina del escritorio. El objeto se deslizó hasta abandonar la mesa, haciendo después un extraño y largo recorrido en forma de parábola ciertamente ilógica. El libro se estampó finalmente contra el suelo, de una forma aparatosa y circense, y tras la colisión, un montón de palabras saltaron de las páginas y se repartieron por los aires a lo ancho de todo el salón: escalera, escalofriante, escalón,...parecía ser que el impacto más fuerte había sido en la página de la e. Pero también temblor, tiritera, peldaño, grada,... ya que se trataba de un diccionario de sinónimos. Laura y Sandalio se miraron preocupados, y sin decir ni una palabra se apresuraron a recogerlas antes que nadie pudiera darse cuenta del accidente. El libro era del abuelo Tomás y no querían hacerlo enfadar, ya que era un hombre de mucho carácter.

Pero no fue nada fácil, por no decir imposible, reconstruir el entuerto. El problema fue, que al caer, las palabras se habían roto, estaban deshechas, y en ese momento ya eran letras independientes, de color negro, esparcidas por la alfombra, más algunos números de página de color azul, de una sola unidad por la misma razón. Sandalio era el más pequeño de los dos, pero tuvo una idea, que aunque no era especialmente brillante, era una, y fue lo que hicieron para no quedarse parados. A Laura le había entrado un ataque de risa, de los nervios, porque la situación no era para reir, y no parecía reaccionar en ningún sentido. Así pues, siguiendo la idea de Sandalio, recogieron todas las letras, una a una, con muchísimo cuidado para no estropearlas, y las fueron colocando en los espacios en blanco que habían quedado en el libro. Qué pena que a su edad, no reparara Sandalio en el hecho de que no debía poner más de dos consonantes seguidas, y claro, Laura sólo ejecutaba órdenes de su hermano sin analizar, en situaciones de estrés el análisis no era su especialidad.

El abuelo parece ser que nunca se dio cuenta del suceso. Quizás nunca dio con esa página en los días que le quedaron de vida, o tal vez fue esa la razón de sus últimas palabras que nadie entendió: esgrdca lreafritean blormet ñolpe2d. Algunos pensaron que había perdido la cabeza, pero nunca nadie consideró que quizás él creyera estar hablando con absoluta exactitud y riqueza de lenguaje.
 
Y este cuento que no tiene moraleja ni intención, me lo contó una noche, una mochila inquieta y juguetona que todavía se anda riendo.


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Imagen: Fernando Botero.

8 comentarios:

  1. Ui, feia temps que enyorava aquests contes curts que escrius, del tot surrealistes però genials. M'ha encantat!

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  2. ai..ho sé, ho sé...gràcies Jaume. Un moment de deliri basat en fets reals :)

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  3. Sandalio... mm... em sona.
    Divertit!

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  4. he, he... però no trenco paraules (per cert, tu les "desordenes"), en tot cas intento preservar el que diuen...

    Trobo que el conte s'adiu molt amb el títol del bloc...

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  5. a veure a veure a veure...en desacord. Les paraules desordenades sempre diuen alguna cosa, tenen un significat. Les paraules trencades, no. Per què són lletres desordenades. Així li va passar a l'avi del Sandalio, que les va dir i no tenien significat.
    Intenta preservar el significat de les teves paraules, sí. És important.

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  6. mm... files prim, però segur que per la intenció de dir alguna cosa va comunicar, al cap i a la fi t'ho dic jo que ja veus el nom que gasto...

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  7. la intenció? comunicar? uf...això donaria per un altre post *!!. I sobre el teu nom...no et pensis que no tindria alguna cosa a dir...però malgrat que comuniques, cert, segur que no encertaria la teva intenció. (m'empenys al deliri *!!!! Ho veus, oi? si és que...)

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