miércoles, 28 de septiembre de 2011

de ida y vuelta

Suenan las doce en el reloj y yo escribo, quizás con la intención de calmar mi espíritu, de liberar tanta emoción que nació de mi, que repartí y que recibí de tantos amigos a los que comuniqué la noticia.

El cariño viajó en mensajes de texto como nunca, en trayectos de ida y de vuelta, en líneas telefónicas cargadas con tonos alegres y voces instaladas en sonrisas, algunas escapadas por un momento del contexto laboral.

Me recitaron incluso ruidos de fuegos artificiales y yo me sentí repartiendo ilusión a trocitos por el mundo, mi mundo que fue el que se alegró y me devolvió en pocas palabras la misma ilusión.

Qué fácil parece a veces querer.

---
Imagen: Jean Dubuffet

jueves, 22 de septiembre de 2011

quiero

Si alguien te quiere porque quiere quererte no te está queriendo sin querer, o lo que es lo mismo, tal vez no te quiere.

Querer sin querer requiere no querer pero querer al fin, aún no queriendo querer, quiero decir. 

Quiero querer a menudo sin poder querer, y cuando no quiero querer y aún quiero, es cuando no me quiero. ¿Quiero querer o no quiero? Tal vez alguna vez quiero, y, queriendo quiero, y es querer verdadero.

Sin embargo, a menudo, cuando quiero el quiero, siendo el quiero verdadero resulta ser breve, pasajero.

Por eso es, que, a veces, aunque no quiero, no te quiero.




___
Imagen: Edvard Munch

lunes, 12 de septiembre de 2011

alegría

Bailo, salto, canto, corro, grito, ¿cómo? ¿qué? me giro, sonrío, y canto, ¿de nuevo? sí, sigo, vibro, no sé, no pienso, siento, sólo eso, y río por dentro, y río por fuera, y por los lados, me desbordo, sin quererlo ni forzarlo, me salgo del guión y del contexto, me rompo en mil pedazos de alegría, de ilusión líquida en mis venas, feliz por tenerte, por probarte, por reencontrarte, por fin.



Y te eché de menos, lo supe, lo muerdo, el sabor de este instante, que probé, que retuve, que sufrí cuando te fuiste, cuando te eché, con dolor, casi con sangre. Tal vez estuve muerta, porque estoy viva. Era esto, sí, lo recuerdo.

Y repito las mismas cosas, voy al salón, regreso, salgo, entro, me levanto y me siento, nerviosa, me reordeno, no puedo, cómo calmar este momento, de felicidad insensata, de imprudencia inmadura tal vez, ingenua, simple o inoportuna.

Sólo por ti, teatro mío, te amo tanto...

---
Imagen: Miró.