martes, 17 de enero de 2012

frío, frío

Hace tres días que tengo frío, un frío intenso, severo. Y me abrigo pero el frío nunca llega a irse del todo, incluso lo que parece que más abriga por alguna razón no lo hace. No sé cómo resolverlo, es incómodo, y empieza a molestar. Ayer incluso estuve llorando, por pura impotencia, por no saber cómo salir de una vez de este invierno. Yo que pensé que esto no iba a volver a suceder, que estaba todo bajo control desde que tengo calefacción. Supongo que cuando el frío se te mete en los huesos no es tan sencillo hacerlo desaparecer aunque mires para otro lado, o enchufes una simple estufa. Ya no creo en la calefacción ni en las estufas, y sólo sueño con que llegue el verano, vivo con esa esperanza, y me repito noche tras noche, bajo las mantas y hasta dormirme: en verano no hace frío, en verano no hace frío, en verano no hace frío,...
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Imagen: Loic Allemand

lunes, 16 de enero de 2012

elección

La condición para conseguir el trabajo era ser persona feliz. No lo ponía en la oferta ni creo que nadie lo supiera, pero al cabo del tiempo era más evidente que lógico que alguna cosa distinta a la trayectoria profesional, a las carreras universitarias terminadas, o a la propia gracia personal nos había unido en aquel lugar para compartir buena parte de nuestras vidas. Supongo que fuimos elegidos por el destino, aunque a veces pienso que fuimos cada uno de nosotros quien escogió ser como éramos, y lo que permitió que se diera todo lo demás. Existiera o no destino, nosotros habíamos escogido. Como siempre.

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imagen: Joan Miró.

miércoles, 4 de enero de 2012

juego de pistas

Por una razón desconocida, oculta, del más allá de los móviles o algo así, ayer descubrí en el mío un rincón secreto con varios mensajes sin leer. Fue como hallar un tesoro en formato electrónico. Me ilusioné. De acuerdo, en mi eso es fácil, pero no le quita mérito tampoco. Pues como os decía, descubrir por azar esa especie de camino con el que nunca antes había topado, -y al que no sé regresar, por cierto-, me hizo sentir como Alicia en el país de las maravillas entrando en un espejo, pero en digital todo, y en un teléfono.

Ahora, vivo en alerta, con la risa en el paladar, camino mirando a izquierda y derecha, con disimulo, pensando que en cualquier lugar se ocultan pequeños tesoros, que a punto estoy de descubrir. Algo así como si la vida fuera un juego de pistas, en el que lo más importante es la ilusión de poder participar. Tal vez eso sea o debería. No sé, pero así seguiré, hasta que se me olvide, y aunque no ocurre nada, me divierte, que al final es a lo que hemos venido. 

Sólo queda preguntarse cómo hubiera seguido la historia si hubiera leído en ese día el mensaje de ese hombre inglés que, a parte de explicarme su vida entera con pocas comas, se interesaba en conocerme.

No sé si será cuestión del destino o tal vez una pista que todavía está por descubrir.