domingo, 27 de noviembre de 2011

estrategias

Estrategias raras de mi mente me mantienen ausente, abstraída, queriendo huir hacia la lógica y quedándome a mitad de camino, entre la huída y el deseo. El deseo de que no existan caminos prohibidos o de que la normalidad venga a visitarme. Pero no sé qué es lo que me altera, ni quiero saberlo, no quiero darme cuenta y no lo digas tú porque no quiero oirlo. Y pasan los minutos, las horas... y el día, y yo, como el carrito del super que aunque lo diriges recto se tuerce hacia un lado, yo me voy hacia el absurdo, sin poder enderezar el recorrido. Sin poder escoger la razón a la locura, sin poder agarrarme al sentido común, a la prudencia, a lo sensato,...qué cansancio.

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Imagen: Sarah Lucas

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Está

A ver, tú eres mi amigo ¿para qué? para estar cuando te llamo por teléfono ¿verdad? Para escucharme cuando tengo que decirte algo importante, aunque sea la cosa más tonta ¿no? Pues entonces, haz el favor y está. Porque si no, no me queda claro qué papel juegas. Si eres el amigo, está. ¿Me estás escuchando? Ya lo sé que no estás pero me irás a leer al menos, digo yo, haz algo ¿no? por que es que esto es absurdo ya, y no se cómo entender tu amistad. Porque si te llamo y no estás, pues da rabia, hombre, y uno se pregunta, pero ¿por qué lo hace? ¿por qué no está otra vez? Otra vez no está, me lo ha tenido que volver a hacer. O esta es otra, porque me devuelve la llamada cuando no va bien, porque siempre me devuelves la llamada cuando no va bien. Pero yo, descuelgo el teléfono para decirte que no va bien, yo estoy ¿lo ves? ¿ves la diferencia? ¿la ves, verdad? A ver si aprendemos a estar, hombre, que no es tan difícil, creo yo. Si no todo lo demás no tiene ningún sentido. No es lógico ¿Lo ves? Lo digo para ayudarte, para que dejes de hacer cosas tan raras o vas a quedarte sin amigos, ¿vale?

jueves, 3 de noviembre de 2011

Frutos secos

De momento cuento doce, y el paquete todavía está por terminar. No me parece bien que sucedan estas cosas, y se me plantea la duda. ¿debo luchar por conseguirlos sabiendo que será una lucha ardua y con toda seguridad de resultados mínimos o nulos? ¿o acaso debo olvidarme de ellos? Doce pistachos malogrados a cuyo interior no puedo acceder, pero sé que existen porque puedo verlos, tocarlos, olerlos y chuparlos, aunque permanezcan herméticos y parezca que ellos también me vean a mi. Lo que tengo de ellos me gusta, su forma, su color, su olor y su sabor,...
Y lo sé, sé que no hay lucha válida para ellos, que no será sino insatisfactorio el resultado si la empiezo, conseguir cansarme, impacientarme, y tan sólo obtener en el mejor de los casos una pequeña recompensa, si no acompañada de algun accidente doméstico en forma de dispersión.

Pero es dificil olvidarse de lo que no se puede, renunciar a lo que te gusta y sabes que existe. Al final sólo queda tirarlos a la basura junto a su recuerdo.

¿Me hubiera gustado no haberlos visto?

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Imagen : Lucio Fontana