El otro día conocí a un desconocido. Fue culpa suya aunque yo también puse de mi parte. Después estuve pensando que es difícil volver a un estado anterior. Que no se puede, y que nunca había reparado en ello. Cuando por casualidad o adrede te topas con alguien en la vida, ya no hay vuelta atrás, ya no lo puedes desconocer. No hay manera. No puedes ignorar el hecho, no puedes decidir no haberlo conocido. No puedes eliminar su imagen de tu mente a voluntad, ni borrar algo que te dijo que te fascinó o enfureció. Si te ha dado algun estímulo, aunque sea el del aburrimiento, el de la risa o el de la curiosidad, lo recuerdas más de un día. Y puede incluso que os hagáis amigos, o que con el tiempo nazca algun tipo de relación, de entre los mil tipos y grados que existen, pero una relación que en cualquier caso será siempre distinta a la que uno tiene con un desconocido. Claro.
Y si por cualquier razón el contacto se rompe, o se desvanece, o pasa el tiempo y nunca más sabes de esa persona o ella de ti, dirás le conocí, le hablé, le quise o le odié tal vez, pero no dirás no le conozco. No podrás hacerlo.
Y eso no es bueno ni malo, sólo es.
Y del mismo modo me di cuenta que igual que no hay retroceso en conocer tampoco existe la amnesia intencionada. No hay decisión en la memoria. Quizás sí la hay para la del recuerdo, si lo escribes o lo compartes, pero no para la del olvido.
Y puede ser bonito que sea así, aunque eso siempre depende.
---
Imagen: Picasso.